miércoles, 9 de mayo de 2012

Nebulosa ventisca suicida en mi ventana*


La vida suele ser un laberinto caótico de dudas, supresiones de las felicidades amorosas en cada experiencia producida ante los infinitos males de lo que significa embarcarse ante una vida convencional que muchas veces nos deja atrás de lo deseado. Penumbra reflexiva de una mente introspectiva contra las normas morales socialmente establecidas y actitud contestataria contra los perjuicios del sistema Capitalista que es observada en cada vergonzoso acto contra el ser humano al deshumanizarlo absurdamente más.

Pues la socialización incide en el individuo por medio de los sistemas normativos, y es así como la sociedad controla y regula sus necesidades de prevalencia suprema de control. Cuando se produce un cambio drástico o inesperado, el individuo no puede ajustar o dar coherencia a sus patrones adquiridos y reacciona de diversos modos; uno de ellos es el ansia del <suicidio> al no encajar en un comportamiento que nos es vulgarmente ajeno al nuestro que debiera primar como baluarte de nuestra comodidad personal, puesto que la muerte representa un escape a ese panorama sombrío y caótico que ninguno acepto convencionalmente a seguir por mas idealista y profesionalmente que nos puedan vender televisivamente ante el engranaje de subir a un mejor estatus social de consumismo descontrolado bajo la tenue manipulación de alienación.  Más bien la repulsión a la cotidianidad, de la hipocresía consecuente de la sociedad en todas sus formas moldea híbridamente al ser humano perdiéndose uno mismo en el laberinto formal de lo denominado ser normal.

Ese pensamiento afecta a los individuos a causa de las condiciones de existencia que caracterizan a las sociedades modernas: la maquinación del hombre, donde el individuo se cosifica cada vez más. Lo cierto es que el execrable sistema capitalista hace que la existencia social, -pues además marca el ascenso de un sistema del individualismo posesivo - en donde los individuos compiten permanentemente unos con otros; se sientan acechados continuamente por el sufrimiento que se origina en las divergencias entre sus aspiraciones con afan monetario muchas veces provenientes de la familia y las satisfacciones internas de autocomplacencia mental. Por ello la muerte suele ser válvula de escape al conseguir esa paz que tanto es anhelaba. Así, las muchas muertes satisfactorias internamente contra la preponderancia del control externo responden a factores sociales, al ser producto de una crisis de la socialización impuesta normativamente, depositarios de ansiedades desplazadas, y víctimas de muchos desajustes de la sociedad, de los paradigmas del cambio en una sociedad cada vez más absorbente y decadente ante la máscara macabra de lo convencional, de una juventud más desequilibrada al actuar bajo la alborotada falsa calma de un futuro no prometedor.

Medio para expresar sentimientos de enojo y desilusión, de contra el conformismo ante la huida mediante el atentado contra la propia vida, estrés palpable que se percibe insoportable por la preocupación excesiva con respecto al fracaso que suelen ser mitigados por la ingesta de alcohol, drogas y tabaco, enrumbados en frenéticas noches de placer carnal como método de autodestrucción por que muchos suelen encontrarse atrapados ante el dañino medio social que generaciones pasadas la aun sustentan de prometedora bajo los limites que a los que nuestra generación se sienten afligidos al obedecer bajo parámetros morales de lo supuesto adecuado ante los demás.

¡¡Arriba l@s que luchan!!