La vida suele ser un
laberinto caótico de dudas, supresiones de las felicidades amorosas en cada
experiencia producida ante los infinitos males de lo que significa embarcarse
ante una vida convencional que muchas veces nos deja atrás de lo deseado.
Penumbra reflexiva de una mente introspectiva contra las normas morales
socialmente establecidas y actitud contestataria contra los perjuicios del
sistema Capitalista que es observada en cada vergonzoso acto contra el ser
humano al deshumanizarlo absurdamente más.
Pues la socialización incide
en el individuo por medio de los sistemas normativos, y es así como la sociedad
controla y regula sus necesidades de prevalencia suprema de control. Cuando se
produce un cambio drástico o inesperado, el individuo no puede ajustar o dar
coherencia a sus patrones adquiridos y reacciona de diversos modos; uno de
ellos es el ansia del <suicidio> al no encajar en un comportamiento que
nos es vulgarmente ajeno al nuestro que debiera primar como baluarte de nuestra
comodidad personal, puesto que la muerte representa un escape a ese panorama
sombrío y caótico que ninguno acepto convencionalmente a seguir por mas
idealista y profesionalmente que nos puedan vender televisivamente ante el
engranaje de subir a un mejor estatus social de consumismo descontrolado bajo
la tenue manipulación de alienación. Más
bien la repulsión a la cotidianidad, de la hipocresía consecuente de la
sociedad en todas sus formas moldea híbridamente al ser humano perdiéndose uno
mismo en el laberinto formal de lo denominado ser normal.
Ese pensamiento afecta a los
individuos a causa de las condiciones de existencia que caracterizan a las
sociedades modernas: la maquinación del hombre, donde el individuo se cosifica
cada vez más. Lo cierto es que el execrable sistema capitalista hace que la
existencia social, -pues además marca el ascenso de un sistema del
individualismo posesivo - en donde los individuos compiten permanentemente unos
con otros; se sientan acechados continuamente por el sufrimiento que se origina
en las divergencias entre sus aspiraciones con afan monetario muchas veces provenientes de la
familia y las satisfacciones internas de autocomplacencia mental. Por ello la
muerte suele ser válvula de escape al conseguir esa paz que tanto es anhelaba.
Así, las muchas muertes satisfactorias internamente contra la preponderancia
del control externo responden a factores sociales, al ser producto de una
crisis de la socialización impuesta normativamente, depositarios de ansiedades
desplazadas, y víctimas de muchos desajustes de la sociedad, de los paradigmas
del cambio en una sociedad cada vez más absorbente y decadente ante la máscara
macabra de lo convencional, de una juventud más desequilibrada al actuar bajo
la alborotada falsa calma de un futuro no prometedor.
Medio para expresar sentimientos de enojo y desilusión, de contra el
conformismo ante la huida mediante el atentado contra la propia vida, estrés
palpable que se percibe insoportable por la preocupación excesiva con respecto
al fracaso que suelen ser mitigados por la ingesta de alcohol, drogas y tabaco,
enrumbados en frenéticas noches de placer carnal como método de autodestrucción
por que muchos suelen encontrarse atrapados ante el dañino medio social que
generaciones pasadas la aun sustentan de prometedora bajo los limites que a los
que nuestra generación se sienten afligidos al obedecer bajo parámetros morales
de lo supuesto adecuado ante los demás.
¡¡Arriba l@s que luchan!!